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Raices

  • Foto del escritor: mel poles
    mel poles
  • 21 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 22 jun 2020

Estar con la familia hizo que todo fuese más simple.

Nos hizo sentir más en casa y menos extranjeros. Había oído hablar de ellos muchas veces y todo fue tal cual escuche en los relatos de mis abuelos y mi mamá. Esta vez pude ponerles cara a todos esos nombres y pude entender (por lo menos de la mayoría) cuales eran las líneas que nos unían. Aunque debo admitir que a veces todavía me duelen las neuronas cuando intento hacer todas las conexiones sanguíneas.


¡Abuela! qué bueno que vos te sabes de memoria todo porque voy a necesitar de tu ayuda para poner orden las ramas de este árbol.

Creo que lo único que me costó en esta búsqueda de raíces fue romper el hielo...


¿Como se llama a un pariente por teléfono y se le dice que lo querés conocer? ¿No suena un poco raro? Bueno al parecer no. Y menos en España, o Italia. Todos los contactos que tuvimos con nuestras familias fueron de lo más gratos y emocionantes.


Al final lo más simple y espontaneo funcionó muy bien:

- ¡Hola Pepe! Soy Melissa, la nieta de Celso Fernández, ¡tu primo!

- Hey cómo va?

- Yo muy bien y ustedes?

- Pues Aquí estamos en Barcelona

- ¡Pues yo también y me encantaría conocerlos!

Y más o menos así se dio la charla. A las pocas horas estábamos todos los primos (y hermanos en su caso) sentados en el pintoresco living de Pepe y Chelo degustando tortilla casera, cerveza (Estrella de Galicia, claro) y embutidos que German comía con cara de haber tocado el cielo.




Ame los pisos (departamentos) de mis prim@s. Me hicieron acordar a los detalles de la casa de mi abuela. Los modulares con cristales y dentro, las bandejas con juegos de café, las fotos, los aromas, los delantales para cocinar. Todo, todo me era familiar.

Conocimos (y comimos) en cada casa, porque para ellos es muy importante agasajarte en su casa. Entendimos el concepto de fartura y siempre nos acusaban de que no dejemos “la vergüenza”, ese ultimo pedacito de comida que nadie quiere terminar. Los almuerzos (que para ellos son -comida-, porque almuerzo le llaman a lo que nosotros le llamamos desayuno, y -desayuno- a lo que se toma bien temprano, y acá corríjanme si me equivoco en esta ensalada de conceptos) solían comenzar antes de las 2 y terminaban como a las 6 de la tarde. Nunca se dejaba un espacio sin comida! Una tarde el marido de Carmen, el Modesto, nos ofreció vermuth con un poco de gin y limón para el aperitivo, vino blanco para el pescado de entrada y tinto después. Para terminar café y espumante. Todo gallego!!! Por si Ger se quedaba con ganas también hubo chupitos cuando llegó Tonio y antes de irnos una Cervecita. Porque “el agua daña las cañerías y es para los sapos”, nos dijo Modesto.


Meses después me di cuenta, en Sierra Nevada, que heredé esta costumbre de recibir al otro con comida en la mesa, cuando amigos rosarinos me decían que deje de sacar comida a cada rato. Es que no puedo!


---> Fotos que prueban esto... --->



Al final, nos terminamos hospedando algunos días en lo de Celsa y Antonio.

Nos cuidaron como si fuéramos sus nietos. A la mañana no hacían ruido para despertarnos y cuando yo salía y decía – Buenos días!- Ya empezaba Celsa a los gritos- eh y tu marido qué? Eh German que voy con el agua fría!, decía. O: -Anda espabila!- ¡Me acuerdo y me río! Celsa, si algún día lees esto, que sepas que te amaba por esas cosas!.

También lo molestaban porque él no era de la raza. Al parecer, la nieta de Celsa, Xulia, un día dijo así: - yaya (“iaia”, abuela) él es de la raza? - Refiriéndose a un conocido de ellos, como diciendo que si no era de la sangre no lo saludaba. Y así quedó que para todo aquel que no compartiera sangre, no es de la raza. Genial.



Una noche en casa de los primos nos enganchamos con un programa de Galicia y Celsa hizo que me sentara a su lado en el sillón y me tapo las piernas compartiéndome su frazada para que no tenga frio.

¡Qué imagen esa! Los cuatro mirando la tele a la noche. Me sentí realmente en familia. Y ahora entiendo que recuerdo ese momento con cariño porque de alguna forma pude compartir con Ger un momento que fue muy similar al que yo vivía de chica con mis abuelos y que tanto extrañaba.

Nos encantó estar en familia y poder hablar de todo, sin tapujos. Son simplemente maravillosos tod@s!


Luego de estar en Casa de Celsa y Antonio. Volamos a Santiago de Compostela. Era hora de seguir rastreando a “la raza”. El recibimiento en Galicia fue similar. Aceptamos todos los cafes, con alegría. Hasta el de Camilo con un poco de sabor a grapa (creo que era grapa).

Consuelo (de Celanova) àh, lo aclaro porque en la familia hay mil consuelos, Celsas y Antonios; nos contó sus historias de los Rockefeller y nos incentivó para viajar a Islandia y -¿Quién dice?, quizás se quedan ahí-. Ayyy Consuelo casi casi tienes razón luego!

Galicia es hermosa, verde, tranquila. Me encantó ver la influencia Celta, escuchar su música. Entiendo por qué al abuelo le causaba tanta paz. Creo que, a su vez, el turismo no dejó su gran huella, esa que cambia el lugar.

A los gallegos por su parte los encontré muy melancólicos, con su mirada a un pasado (¿que era mejor quizás?). Las familias que fueron a vivir a las ciudades, por necesidad, todavía conservan sus casas en las aldeas y corren apenas sale el sol de primavera a plantar patatas y el resto del huerto.

De Galicia nos llevamos bellos abrazos, paisajes increíbles y corazón y pansa llenos.

GALERIA DE FOTOS


Sobre Galicia

- Vinos: Albariño y Mencía; Ambos de la Ribeira Sacra

- Se pide una Caña, no una cerveza y viene con tapa

- Mucho mas barato que Barcelona, pedimos 4 cañas (con sus tapas) y gastamos 5 Euros

- El clima es ciclotímico. Siempre llevar paraguas

- Las tortillas sangrantes son las mejores!

- En la aldea pasa la furgo con el pan tocando bocina para que se enteren los vecinos


Mas de mi familia

- Algo de lo que nos reímos bastante con Ger: Todos en mi familia se despiertan con un cuete en el culo como yo y todos tenemos la habilidad de hablar hasta quemarle la bocha a Ger.

- Lola (de Orense) nos preparó una tortilla para llevarnos para la cena y nos regaló frutillas y milhojas de manzana para el avión.


- Angel nos mandó bizcocho para el desayuno que se me olvidó en su coche! Como lo deseamos!.


- Silvia y Diego son excelentes cocineros y nos encantó compartir charlas y cenas con ustedes!


- Enrique nos hospedó, nos llevó y esperó hasta que pasemos el punto de seguridad para irse del aeropuerto. ¡¡¡Te estaremos siempre super agradecidos!!!

- Almudena y Xurxo (cuñados de Tony, el primo de Pepe) nos hospedaron en Compostela y nos ayudaron con el empadronamiento. (esta es otra historia – Bicoca- )


- Nadie había entendido bien el parentesco al principio (algunos ni al final) pero éramos sus primos y eso fué todo lo que importaba.


… Siguiente aventura: Islandia!


GALERIA DE FOTOS


1 comentario


Rosana Fernandez
Rosana Fernandez
22 jun 2020

Lo lei unas 3 veces, si no mas....me rio y lloro al mismo tiempo cada vez que lo hago.se me llena el corazon y la memoria de recuerdos...

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